Las gallinas ponedoras enfrentan una serie de sufrimientos innecesarios en la industria avícola. Están sometidas a un confinamiento extremo en jaulas de batería, donde se les niega la libertad de moverse, extender sus alas y realizar comportamientos naturales.

Para darnos una idea, la crueldad en la vida de las gallinas dentro de esta industria inicia antes de ingresar a la jaula, son separadas de gallinas destinadas a la reproducción, a las pollitas recién nacidas se les corta el pico para evitar que se lastimen unas a otras, generalmente sin anestesia, y a los pollitos se los tritura vivos. El tiempo de confinamiento de una gallina suele ser de uno a dos años, debido a que se reduce la cantidad de huevos que ponen. Dependiendo del tamaño de la jaula de batería, pueden ser hacinadas entre cuatro a diez gallinas y una vez dentro de la jaula, no volverán a salir sino hasta su descarte.  En Ecuador, 17 millones de gallinas viven en estas condiciones en planteles avícolas industriales.

Este escenario se agrava por la presión para la producción excesiva de huevos, llevándolas a un estado constante de agotamiento. El hacinamiento y la convivencia forzada generan un ambiente estresante, impulsando comportamientos autodestructivos como el picoteo de plumas y el canibalismo. Las deformidades físicas, resultado del confinamiento y la falta de movimiento, aumentan aún más su vulnerabilidad. También pierden la posibilidad de caminar, darse baños de tierra, anidar, raspar el suelo, perchar o buscar alimento.

Reconocemos esta alarmante lista de sufrimientos que las gallinas ponedoras enfrentan en la industria avícola, y nos comprometemos de manera activa a impulsar un cambio fundamental en la manera en que tratamos a estas aves. Queremos ser una voz consciente y comprometida con el bienestar de las gallinas. Buscamos, ante todo, destacar prácticas éticas que promuevan el respeto, el bienestar y la consideración hacia las gallinas, entendiendo que el cambio positivo parte de una reflexión profunda sobre nuestras interacciones con el reino animal.

La conciencia de que las gallinas son seres sintientes refuerza nuestra convicción en la necesidad de transitar hacia métodos de producción más compasivos o a buscar alternativas no animales para nuestra alimentación. Instamos a un cambio significativo en la percepción y tratamiento de los animales en el sistema alimentario, donde el bienestar animal no sea una opción, sino una obligación.